ISAAC BASHEVIS SINGER: ALGO MÁS QUE CUENTOS (PARTE II)

bashevis singer

Cerré el libro. Una pregunta tomó forma: ¿Son estos cuentos para niños?

A lo largo de la lectura me había ido quedando la impresión de que un motor narrativo común, una fuerza que a veces quedaba por encima de la historia infantil, estaba presente. Identifiqué algunos rasgos peculiares y disonantes, áreas extrañas al género del cuento popular. Después de estudiar al hombre-autor que se escondía detrás de las palabras emprendí una segunda lectura y fui construyendo mi teoría acerca de Isaac Bashevis Singer y sus cuentos.

Todas las narraciones están impregnadas de lo autobiográfico. El autor real, el autor implícito y el narrador son uno, que no es sino un ser humano desesperanzado y dolorido por la pérdida de sus hermanos, padres, amigos, vecinos, cultura y lengua en la más terrible hecatombe. ¿Puede un hombre soportar el exterminio de todo lo que ama, quedarse en la más profunda soledad y sobrevivir? Singer lo intentó.

Si dispusiéramos los cuentos según su carácter más o menos autobiográfico, encontraríamos  una gradación que avanza de menor a mayor grado, que se inicia en los cuentos cómicos y costumbristas, prosigue en los tradicionales y las leyendas y termina en unos conmovedores cuentos literarios en los que el autor es, ya sin disimulo, el protagonista. ¿Por qué y para qué?

Bashevis Singer escribe para soportar el dolor. Ese dolor que le recuerda a cada instante que él continúa vivo, que le impide aceptar el horror sin más. Él, un judío con graves dudas religiosas, se aferra a la resurrección de los muertos que acompañará a la venida del Mesías. Espera el reencuentro y dice que escribe en yiddish porque no quiere que vuelvan a la vida y no haya personas que hablen en yiddish, ni libros en yiddish que leer. Pero yo creo que en lo que cree firmemente es en el poder de la literatura. Sabe que lo escrito permanece y sabe que los lectores, al leer sus cuentos, darán vida y sentido a las historias y las mantendrán apartadas de la verdadera muerte: el olvido.

Casi todas las narraciones tienen como rasgo el costumbrismo, el exotismo triste de un país perdido y lejano, que descansa en la cultura y la vida de los judíos en Polonia, desde el siglo XIX y principios del XX hasta el horror de la guerra y el exterminio. La naturaleza es otro motivo fundamental, y tiene su máxima expresión en el invierno, siempre presente, y que marca la vida de los habitantes. Y también lo están la noche, el bosque y los animales. Un Dios que simplemente “es” lo impregna todo; premia al justo y castiga al malvado. Él explica la inmortalidad y el misterio de la existencia, pero no satisface la terrenal curiosidad científica. Creer se convierte en un ejercicio conciliar de fe y razón.

Pero como son cuentos para niños, no falta lo mágico y lo fantástico, que toma la forma de  brujas, demonios, trasgos y duendes. Y junto a ello encontramos una infancia y adolescencia protagonista, pura e inocente, que vive sus primeros amores y temores.

Con estos elementos narrativos urde Singer sus extraños cuentos. De bella factura y huyendo del artificio, los cuentos tradicionales son una delicia, mas a mí me gustaría detenerme en los cuentos literarios. Son aquellos de los cuales podríamos decir que, sin quererlo quizás su autor, se salen del camino trazado y toman unos vericuetos personales y adultos que le llevan a otro terreno literario. Y dentro de estos cuentos destacan los narrados en primera persona (Crecer, Velada de Hanukkah en casa de mis padres, Una velada de Hanukkah en Varsovia, Tashlik). Porque si cada uno de nosotros tiene momentos de su infancia y adolescencia que permanecen a lo largo del tiempo nítidos y cálidos, nuestro autor quiere recrear los suyos para revivirlos. Singer habla de sí mismo y no hay ficción sino recuerdo. Piezas muy hermosas y de gran calidad, en ellas un joven se debate entre sus creencias religiosas y la Ciencia; entre el amor a su familia y su deseo de explorar el mundo. Pero, sobre todo, nos cuentan su descubrimiento emocionado de la literatura; ese es el refugio en el que se cobijó Singer en vida mientras fuera el frío del dolor hacía estallar los robles de los bosques y los lobos hambrientos aullaban en la oscuridad.

Si han sentido alguna vez la emoción del descubrimiento de la literatura, lean los cuentos.

7 comentarios en “ISAAC BASHEVIS SINGER: ALGO MÁS QUE CUENTOS (PARTE II)

  1. Impresionante Papá. Cuando llegó este libro a casa, hace años, recuerdo que hiciste un comentario sobre lo extraño de las ilustraciones. También recuerdo que me gustaron mucho los cuentos, y que aprendí con ellos sobre la cultura y religión judías, que como tú ya sabes me encantan.
    Sin embargo, habiendo pasado ya mucho tiempo desde entonces y después de este tu breve pero profundo análisis, estoy deseando coger de nuevo este libro cuando vuelva a casa.
    Te quiere,
    Tu hija.

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  2. El dolor de la pérdida se conjura con la escritura.¡Qué bien José! Me has recordado a Stephan Zweig, que me hace sentir lo mismo ( el mundo de ayer). Pero no encuentro en Singer desesperanza, más bien me hace sentir melancolía por una cultura que ni siquiera he conocido. Siempre que leo a alguien que recuerda con algo de tristeza el paso de su propia vida y la constante pérdida que supone me vienen a la mente las fabulosas memorias de Julián Marías ( una vida presente) en las que todo se tiñe de alegría por lo vivido y saboreado. También de admiración por tu capacidad de análisis, llegando al núcleo más profundo y mostrándolo con claridad atrayente.
    Tu amigo
    Santi

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    1. Yo sí veo mucha desesperanza que quizás se disfraza de nostalgia y fe.
      No he leído las memorias de Julián Marías, pero sí su magnífico ensayo «España inteligible», y viendo la objetividad, la mesura y la clarividencia con que analiza la historia de España, debió ser una persona satisfecha consigo misma. Trataré de leer las memorias.
      Un abrazo

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  3. Hola Jose,

    Sigo quedando impresionada con tus entradas. Un análisis intenso y magnífico tanto del escritor como de sus cuentos. Sin duda, lo recomendaré. No he tenido el placer de leerlo aún, pero tomo nota para mis próximas lecturas.
    Desgarradoras las frases: ese es el refugio en el que se cobijó Singer en vida mientras fuera el frío del dolor hacía estallar los robles de los bosques y los lobos hambrientos aullaban en la oscuridad.

    Un beso
    Isa Merino

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    1. Isa:
      Me alegro que te haya gustado. He parafraseado a Singer en la última frase (lo puse en cursiva). Creo que la imagen del invierno amenazante y el refugio seguro de las casas es una imagen que Singer describe con especial acierto. Te sirve como adelanto de lo que puedes encontrar si lees a este autor.

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  4. Querido Jose,
    después de leer tu reseña me muero de ganas de salir pitando hacia una librería y hacerme con esos cuentos. Sabes que la Shoah es un desgarrador acontecimiento que a mi, sin ser judía, me ha tocado muy de cerca casi toda mi vida. Sin haber leído esos cuentos, no puedo dejar de imaginar esa lámpara de Hanucá encendida junto a la ventana alumbrando una noche fría y desapacible, en la que el aullido del viento esparce millones de lamentos. Tuve la ocasión de visitar Auschwitz y todavía no me he recuperado. No sé como se puede sobrevivir a ello. Si la literatura ayuda entonces la literatura ha de ser también el bálsamo de Dios. Gracias por tus palabras. Me han hecho reflexionar.
    Inma

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    1. Inma: Después de leer tu comentario me he acordado de una frase atribuida a Milan Kundera que me ha llevado a pensar que la lucha de Singer fue, a su manera, contra el poder de quienes se creen más que Dios. La frase es:

      «La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido».

      La literatura, sin duda, un bálsamo divino.
      Gracias por compartir tus hermosas palabras.

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