“Pero hay un arte que emplea sólo el lenguaje… Este arte que todavía sigue sin nombre, pues no hay un nombre común que designe los mimos de Sofrón y Jenarco, los diálogos de Sócrates o la imitación que alguien pudiera hacer mediante metros trimétricos o elegíacos u otros parecidos”.
Me fascina este párrafo de la “Poética” de Aristóteles, pues todavía no se ha llegado a la reducción de la “literaturae” latina y se enfrenta a unas “artes” que tienen en común el uso del lenguaje, y como diferencia el uso de otros medios o de distintas combinaciones de los mismos: el ritmo, la música, el lenguaje, la representación. Desde este punto de vista, la tragedia y la comedia emplean el ritmo, la música y el metro en distinta medida y tienen carácter dramático y no narrativo, pero siguen siendo obras de “poetas”. El “espectáculo” (representación de los actores y efectos visuales) es un elemento alejado del arte poético, pero reconoce que “fascina las almas”. En otro lugar llama a los poetas “hacedores de imágenes”.
Conocemos el final de la historia. Ese arte se bautizará “literatura”, pues se sostiene sobre pilares hechos de letras, por el lenguaje, por el texto. Aunque a mí personalmente me resulta extraño que se terminara desligando el texto dramático del hecho teatral en sí. Así que me pregunto cómo habría el filósofo clasificado, si hubiera tenido la oportunidad de conocerlas, otras artes como el cine, la ópera y la historieta gráfica o cómic. ¿De verdad hubiera tenido problemas en incluirlos en ese “arte que todavía no tiene nombre”?
La literatura es eterna, porque no hay dos lecturas iguales, porque revive mundos y seres desaparecidos siglos atrás, porque siempre habrá nuevos lectores que bajarán al río de la literatura a saciarse. Y cada vez que lo hagan probarán un sabor nuevo.
Y, además, me suscribo.
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Enhorabuena por tu nuevo blog
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